Cuando el mundo de la imaginación trasciende de lo intangible a una dimensión palpable, es como aterrizar de otro mundo distante a la Tierra, poder ponerle materia al sentimiento es tener al alcance una realidad en las manos.
Hacer de los objetos una pieza llena de emociones y mensajes que transmitir es un arte; en ellos se materializa lo sutil de sensaciones que transmiten armonía, sostienen en una forma un contenido adornado de un sentido estético, recuperando vida, cada uno de ellos deja de ser un objeto inerte.
Los objetos, como los seres humanos, pueden conocer una segunda vida, una tercera vida y otras más. Cuando termina su ciclo utilitario, sus otras virtudes se revelan a una mirada sensible: su estética, sus evocaciones, las huellas de sus andanzas.